18 de julio de 2012

Ostratos



Otro azulejo con sabor, en este caso para el café de la sobremesa
En la calle Murillo, antes de la embocadura a San Pablo, nos comenta José Luis Álvarez en la página de Facebook que "este bar era del ya fallecido y muy querido Manolo Domenech, antiguo jugador del Sevilla y actualmente regentado por su cuñado Paco López."

Final del Trayecto


De cuando el Tranvía moría en el Río Grande.

Reparaciones en general



La tienda de reparaciones de don Mariano de la Cerda estaba en Plaza de Armas y, como vemos en el azulejo, llegó a tener mas de un siglo de historia. 
Como curiosidad, fíjense en el detalle del número de teléfono con sus 5 cifras, seguramente todo un lujo para la época.

Cafés La Negrita



Retomamos la serie de Azulejos con Historia con este anuncio cafetero que se encuentra en la calle San Jacinto
La Negrita, "el mejor de todos los cafés", se vendía exclusivamente en La Colonial, una tienda de ultramarinos que se encontraba en el número 20 de la calle Tetuán
Hoy solo queda este azulejo para recordar a ambos, a la tienda y al café.

Calle Rioja




Este tramo, entre Sierpes y Velázquez, se llamó en lo antiguo "de los Perros" ya que allí se guardaban los perros de los "monteros" o cazadores de San Fernando, que a su vez tenían sus casas en la vecina calle Tetuán.

A mediados del siglo XIX se le dio el nombre actual en honor de Francisco de Rioja, uno de los poetas sevillanos mas importantes del Siglo de Oro y protegido del Conde-Duque de Olivares.

10 de julio de 2012

Memoria de Adriano



Hace la friolera de 1874 años, tal día como hoy, fallecía en una pequeña localidad costera de la Campania italiana uno de los sevillanos más poderosos de todos los tiempos: el emperador Adriano
Nacido en Itálica, que durante siglos se vino a llamar "Sevilla la Vieja", no fue el único vecino de esta localidad que llegó a lo más alto del trono imperial, ya que tanto su antecesor y padre adoptivo, Trajano, como el gran Teodosio, a cuya muerte se dividió el Imperio en dos mitades, vieron por primera vez la luz en esta antigua colonia romana
Abandonada y olvidada durante siglos tras la invasión árabe, curiosamente la primera normativa legal que protegería sus ruinas fue firmada por José Bonaparte cuando la ocupación francesa, constando de 2 artículos principales. 
En el primero se ordenaba que la ciudad recuperara el nombre que había tenido en época romana, Itálica; y en el segundo se destinaba una partida presupuestaria para continuar las excavaciones arqueológicas, lo cual no puso freno al expolio sistemático sufrido por la colonia desde su abandono, pero al menos sentaba las bases para su estudio y puesta en valor posteriores. 
De todas formas las primeras excavaciones arqueológicas se habían realizado unos años antes, durante el reinado de Carlos III, bajo la dirección del Conde del Águila, hallándose algunas piezas de un valor extraordinario como la estatua de Trajano o la de Mercurio, ambas encontradas en 1788 y hoy día expuestas en el Museo Arqueológico

Ya seguiremos habando de estas excavaciones y las anécdotas que se sucedieron durante su curso, pero hoy toca recordar a Adriano, ese hijo de Itálica que moría un 10 de Julio tras una larga y azarosa vida, y nada mejor para hacerlo que este poema compuesto por él mismo pocos días antes de fallecer. 

Pequeña alma, blanda, errante 
Huésped y amiga del cuerpo 
¿Dónde morarás ahora Pálida, rígida, desnuda 
Incapaz de jugar como antes...?